La noche anterior organizo que iba a hacer el día siguiente.
Desayunar en un bar, actualizar su curriculm, leer los avisos de trabajo.
Al mediodía juntarse a almorzar con viejos amigos…
-Hola, mamá? Con quien vas ? Ah.. No va nadie… voy para allá.
Y así se embarco a acompañar a su madre a enterrar a un primo lejano.
Eduardo tenía 88 años, hacía casi 4 que había enviudado y con la muerte de su mujer también había partido su alma, ella era su compañera. No tenían hijos y habían vivido el uno para el otro.
Ambos Médicos de profunda vocación. La vida para ellos fue un festín de viajes, y de entregar sus conocimientos al prójimo.
Al morir su mujer, Isabel, quedo sin familiares cercanos… una sobrina sedienta de la herencia, la prima de Isabel y su cuñada. Solo las dos últimas lo visitaban en el asilo en donde esperaba ansioso el día que pueda reencontrarse con Isabel en algún lugar.
A las 10.30 am llegó al asilo, su madre desconcertada ante la situación “la muerte es un trámite” la estaba esperando, con un remis de la funeraria.
Juntas fueron a la funeraria, donde la “vendedora” cobraba el servicio y preguntaba “ Donde mandamos la urna?” Es una caja hermosa con una bolsa blanca de shopping, no parecen cenizas…
Un gran silencio de respuesta…
La vendedora dijo, necesitamos que el domicilio sea en Capital, algo cerca…
La única dirección que se le ocurrió fue el de la oficina… un estudio contable (multituti).
Luego del papeleo el coche fúnebre con la escolta las llevo al cementerio donde “un falso cura” diría unas palabras para el último adiós de Eduardo.
Nadie fue… eran ella dos solas en esa fría mañana en un cementerio en la ruta llegando a La Plata.
Cuando volvía se dio cuenta que es inútil planear el día siguiente, uno nunca sabe y siempre puede terminar en un día Almodóvar o de Alex de la Iglesia.
Desayunar en un bar, actualizar su curriculm, leer los avisos de trabajo.
Al mediodía juntarse a almorzar con viejos amigos…
-Hola, mamá? Con quien vas ? Ah.. No va nadie… voy para allá.
Y así se embarco a acompañar a su madre a enterrar a un primo lejano.
Eduardo tenía 88 años, hacía casi 4 que había enviudado y con la muerte de su mujer también había partido su alma, ella era su compañera. No tenían hijos y habían vivido el uno para el otro.
Ambos Médicos de profunda vocación. La vida para ellos fue un festín de viajes, y de entregar sus conocimientos al prójimo.
Al morir su mujer, Isabel, quedo sin familiares cercanos… una sobrina sedienta de la herencia, la prima de Isabel y su cuñada. Solo las dos últimas lo visitaban en el asilo en donde esperaba ansioso el día que pueda reencontrarse con Isabel en algún lugar.
A las 10.30 am llegó al asilo, su madre desconcertada ante la situación “la muerte es un trámite” la estaba esperando, con un remis de la funeraria.
Juntas fueron a la funeraria, donde la “vendedora” cobraba el servicio y preguntaba “ Donde mandamos la urna?” Es una caja hermosa con una bolsa blanca de shopping, no parecen cenizas…
Un gran silencio de respuesta…
La vendedora dijo, necesitamos que el domicilio sea en Capital, algo cerca…
La única dirección que se le ocurrió fue el de la oficina… un estudio contable (multituti).
Luego del papeleo el coche fúnebre con la escolta las llevo al cementerio donde “un falso cura” diría unas palabras para el último adiós de Eduardo.
Nadie fue… eran ella dos solas en esa fría mañana en un cementerio en la ruta llegando a La Plata.
Cuando volvía se dio cuenta que es inútil planear el día siguiente, uno nunca sabe y siempre puede terminar en un día Almodóvar o de Alex de la Iglesia.
3 comentarios:
ayyy!! Me hice polvo..
- Edu -
Brindo por Eduardo y la vida que llevo. Brindo por su prima y todo lo que hizo por el. Brindo con vos, por lo bueno que es tu corazón. Brindemos, mañana terminaremos en una bolsa de shopping.
tenemos un champagne en la heladera!!!!
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